Yo me formé en la cultura rock (que
como manifestación cultural excede por mucho la música de rock & roll,
bastante aburrida por cierto), aunque siempre me resultó difícil poder
definirla. Siento que tiene una ética y una moral determinadas por el placer
propio y no por la mirada del otro como uno de sus fundamentos, basado en una
exaltación de la experiencia (la que de adolescente sentía individual, ahora
entiendo que compartida es más placentera) por sobre la teoría. A pesar de
esto, me gustaría intentar analizarla, no para dar respuestas, sino por el puro
placer del análisis. Esta vez traigo una definición de un rockero que no sólo
es un gran compositor y cantante, sino además alguien con una capacidad de
análisis a la par de su obra artística. Carlos “Indio” Solari (Diario La Razón,
Agosto 1985) respondía así a la pregunta ¿cuáles son las coordenadas de la
cultura rock?
En primer lugar: el principio
ordenador del placer, desconfiamos de los que nos hace daño y creemos en lo que
nos gratifica.
En segundo lugar: la necesidad
de la diversidad, sólo lo que no tiene identidad sobrevive. Aquellos que poseen
identidad -idénticos, luego iguales- son predecibles, ergo manejables.
Coherente con éste, un tercer
punto: no es dogmática, muda constantemente. Tiene como premisa evitar las
ideologías para superarlas si el modelo adoptado no funciona.
En cuarto lugar: es sinónimo
de búsqueda y cambio incesante, por eso rescata a los pensadores oscuros o
malditos, todos aquellos que escapan a las clasificaciones de las culturas
oficiales.
En quinto lugar: es universal.
Descree de las patrias, ya que no son los estadistas los que manejan el rumbo
sino las grandes corporaciones, o sea la mafia.
En sexto lugar: no es
definible.
¿Está claro?