domingo, 1 de abril de 2012

AMARILLO





París


Bastardo de créole y bretón
también vino allí  hormiguero,
bazar donde nada es de piedra,
donde el sol no tiene color...


(...)
Es la bohemia, niño, reniega
de tu páramo y tu campanario diurno,
las colinas de tu tierra,
y las bamboulas del tambor.


Canción usada y bien terminada,
tu juventud... ¡Eh, es buena un día!
Mira:  —siempre es nuevo calumnia
tus pobres amores... y al amor.


¡Evohé! ¡se llena tu copa!
arroja el vino, guarda la hez...
así.  Nadie se dio cuenta.


Y que un día el señor cándido
de ti diga Inmundo! ¡Ah, espléndido!
... o no diga nada. Es más corto.


¡Evohé! Escarba la vena;
¡Evohé! Miseria, ¡a deslumbrar!
Como muchacha alegre, a la pena
cae, con esa palabra.  ¡gozar!


Vaga por los bastidores malsanos
donde van los frutos mal secos a enmohecerse,
enmohecerse por un cuarto de hora en escena...
¡Ver las tablas, y después morir!


Va: caballetes, lupanares, iglesias,
cortes de milagros, cortes de justicia:
¡Cuartos de hora de inmortalidad!


¡Apareces! ¡Es la apoteosis!...
Y te tiran alguna cosa
Flores de papel, o suciedad.


(...)
Te ríes... —¡Bien!— Hazte el amargo,
toma el hábito, Mefisto bromista.
¡El del ajenjo! Y tu labio espumea...
di que viene de tu corazón.


Haz de ti tu propia obra póstuma,
Castra el amor... el amor  ¡nostalgia!
Tu cicatrizado pulmón aspira
las miasmas de la gloria, ¡oh vencedor!


Ya es bastante, ¿no? ¡Vete! Deja
tu bolsa  última querida,
tu revólver último amigo...


¡Se acabó el tonto de la pistola!
 ...O quédate, y bébete el fondo de tu vida
sobre un mantel ya sin platos...




Tristan Corbière, "París", Los amores amarillos, 1873.

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